8º El Grito del Deseo
Ayer fue mi cumpleaños y por la noche antes que acabara el día, en ese afán de alargar mi celebración, busque la excusa de ver las “Lagrimas de San Lorenzo” esa lluvia de estrellas fugaces que todos los años se producen en las noches del 12 y 13 de agosto. Salimos a la terraza para poder observar el espectáculo.
La noche era calida pero hacia una brisa fresca que obligaba a sacar mantita, pero también a acercarnos más. Mis dos hijas, Claudia y Greta, subieron a mis piernas y abrazadas a mí, comenzaron a mirar al cielo. Había claros y esa brisa movía levemente las nubes. La lentitud del viento, acabo con la paciencia de la pequeña, que acudió a los brazos de su madre y mantuvo junto a mi a Greta que seguía gritando bien alto los deseos que había pedido. Los decía alto, para que las estrellas, escucharan su petición y los decía, por que aunque nosotros no viéramos las estrellas, ya que las nubes nos impedían ver todo el cielo, ella, sabía que se estaba produciendo esa lluvia de estrellas.
Pidió que Rudy, nuestro gato no se hiciera viejecito, que crecieran flores rosas, que su padre tuviera más paciencia y que su hermana fuera mayor.
Mis hijas, son últimamente la fuente de sabiduría donde más estoy aprendiendo y supongo que será pasión de padre, pero me sorprende, que me sorprenda, cuando ellas hacen y dicen todo, con tal naturalidad que ese conocimiento nos le cuesta.
Y quiero compartir contigo esta experiencia, por que detrás de ella, vi todas las posibilidades que tenemos y muchas veces no queremos ver que pueden hacerse realidad, que pueden ser posibles.
Como podéis imaginar, la nubes impidieron ver a Greta a punto de cumplir cinco años las estrellas fugaces, pero sin verlas, las “vio”
Sobra decir, que las vi, solo con tener a mis hijas entre mis brazos abrazándome y contándome sus “deseos” Por otro lado el “grito” del deseo, para cerciorarse que iba a ser escuchada.
Y los propios deseos en si, me hicieron ver que desde muy pequeños tenemos claro que cosas queremos y cuales nos interesan menos. Puedes entender que en ese momento era uno de los hombres más felices del mundo y no siendo felices, difícilmente podemos ser buenos. He aquí, uno de las claves… ser buenos. ¿Y…como se hace eso? Supongo que tu mismo serás consciente y tendrás tu propia escala de valores para saber que cosas son buenas y las que nos lo son tanto. Una vieja frase que desde pequeño me insistían en la escuela…”No hagas aquello que no quieras que te hagan a ti”
Ayer…si vi las estrellas, al recibir los abrazos de mis hijas y vi que es posible con pocas cosas tocar la felicidad.
Pero tampoco olvido que el placer es huidizo y ahora mismo sigue siéndolo. Por eso también será MUY IMPORTANTE, sembrar. Mis veranos en la infancia y adolescencia se pasaron en un pequeño pueblo castellano de Segovia, llamado Samboal, www.samboal.es con apenas trescientos habitantes. Digo esto por que la principal fuente de ingresos en Samboal, era el campo y los pinares. En este entorno uno se puede dar cuenta, que para poder recoger el trigo, y la cebada en verano, antes hemos tenido que sembrar en marzo. Que para recoger las sandias que de adolescente robábamos por las noches al “Tripuche” había que sembrar y cuidar hasta su recogida. Raramente nacerá algo en un sitio que este mal cuidado y que encima no hemos sembrado nada.
La vida es lo que nosotros hacemos con ella y no algo ya predeterminado. La vía es el continente y seremos nosotros, tu y yo, los que podemos darle contenido. Lo que hagamos con ella y por ella, depende de nosotros. El campo, es el continente y mi abuelo Benito es quien le daba contenido con sus siembras, con su dedicación y cariño.
Te propongo un sencillo ejercicio… acude a cualquier tienda o superficie donde vendas plantas y cómprate una. Ponle un nombre y cuídala…ya me contaras.
jabiercalle.blogspot.com
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