sábado, 26 de marzo de 2011

Comedor Restaurante COLAVIDAS, Bilbao

COLAVIDAS o la paciencia de guarnición.
Silvino Colavidas abrió el restaurante con este nombre en el año 60 y hoy un tío y su sobrino han cogido las riendas desde Agosto del 2010. Tarek y Xabi son los nombres de las personas que durante diez años guiaran las riendas del nuevo Colavidas, que con muchas ganas abordan el proyecto.
Elegimos Colavidas , por que habían sido los rivales designados en el torneo de Mus que todos los años organiza El Correo y quería saber como seria el campo de juego, en la partido de vuelta. Lo conocía de otras veces, pero con otros nombre y no note mucho el cambio. Un local amplio, con dos entradas y una decoración clásica prometían mucho. Mas todavía cuando al sentarme observo un artilugio que con varios botones servía de reclamo para avisar al camarero, pedir la cuento y no se que mas.
No me dieron opción a carta y un menú de tres entrantes y tres segundos por 13€ me pareció correcto. Pero a medida que iba trascurriendo el tiempo y no pasaba nada, me iba impacientando. El camarero sonriente y amable trataba de devolver todos los envites que media docena de mesas le asestaban pero la grandeza del comedor y su forma de abordar el envite, le hacían fracasar continuamente, con una mesa, se equivocan el en café, con la otra se le caían los cubiertos, con otra se despistaba en el pan y cuando me toco a mi, debió saber que estoy con dieta, por que una raquítica rodaja de pan, deposito en mi mesa que con gusto y ganas fui reservando. Aquí estuvo vivo el camarero y se debió dar cuenta de mi pensamiento interno, por que al poco acudió con la panera y deposito otro trocito de pan. Con muchas explicaciones y pocas acciones fue atajando la jornada y los platos. Por fin y casi a los veinticinco minutos de entrar; un rissoto de primero, que me gusto mucho. Tuvo que pasar casi otros veinticinco minutos para poder disfrutar de los Lirios, que aun estando correctos, la espera me hizo que los devorará y no paladeara. Por que una cosa es comer y otra engullir. Pero no pude evitarlo. Iban sucediendo cosas en el comedor y me di cuenta que las personas nos acostumbramos a lo que nos echen…en el comedor se percibía cierta indignación por los tiempos de espera y los despistes del único camarero que se esmeraba en agradar, pero no en servir. Por fin y en el tercer apagón de luz que tuvo el comedor llego el postre; otra escasa ración de Pudding de Piña que con las prisas, no pude saber si era de piña, coco o caramelo.
Pague y me marche con la sensación rara de haber comido bien, pero haber comido mal…no se volveré, por que en el fondo quise apreciar que había muchas ganas, pero poco método. En fin, la próxima vez que vuelva, lo contare…
LO MEJOR
El sitio, la ubicación. Algunos de sus platos.
LO PEOR
La organización
www.jabiercalle.com

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