miércoles, 21 de diciembre de 2011

Etapa MOGRO - SANTILLANA .Colegiata Santillana del Mar

DESDE MOGRO A SANTILLANA por el Camino de Santiago
EL escribir desde la distancia y los días, me hace ser más reflexivo y hace una semana que llegue del camino de Santiago para recordar aquello que venga a mi memoria: Pero sobre todo, lo que emocione mi corazón acatarrado estos días…
Salí de Mogro y de la Posada del Condado de la Mota, después de desayuna con más cariño que efectividad, pero con la lluvia que fuera caía, agradecí mas las ganas de Álvaro con su disposición que cualquier bollo que me hubiera puesto en la mesa.
Se acerco Loli, a la que recordé que uno nunca se equivoca cuando toma decisiones; Acierta o no acierta, pero NUNCA se Equivoca. Y que tomara la decisión que tomara de quedarse en esa posado o seguir por otros caminos, siempre seria la correcta.
Había andado solo unos kilómetros y me parecían muchos de experiencias acumuladas. El camino estaba cumpliendo con creces las expectativas depositadas, porque nunca se puede negar, que aunque no esperes “nada”, siempre esperamos “algo” y paraguas en mano y mochila a la espalda seguí a buen ritmo los más de veinte kilómetros que me separaban de Santillana del Mar.
A los pocos metros y con el fondo del Parque Natural de de Liencres y la desembocadura del Pas, me encostre con José, un pasiego de los pocos que solo se dedican a las vacas, al ganado y al campo. Subía a la montaña porque con el frio las vacas recién paridas, no se levantan del calorcito de la tierra e impiden que los terneros mamen de la ubre. La conversación con José es ágil y entretenida, porque no se limita responderme sino que me pregunta de dónde soy y que busco haciendo el camino.- ¡No busco nada le respondo!, pero él se ríe y señalándome que eso del fondo es Bárcena de Cudon, me dice que todos buscamos algo.- La ternera la ubre de la madre, y hasta él, el cariño-calor de su mujer que queda en casa al cuidado. Casi sin venir a cuento, me habla de amores, de padres e hijos, de mujeres y esposas, de vacas y crías, en un revuelto que ni Arguiñano hubiera guisado tan bien. Me despedí con el estomago lleno de tanto “alimento” Gracias José…no te haces ideas lo que me has enseñado y quizás nunca leas estas letras que de manera humilde te dedico, pero agradezco esos escasos metros de tu compañía, te agradezco esas palabra y metáforas de la vida y los animales…gracias José, gracias.
Una pista bien trazada y de tierra firme discurre paralela a unos tubos que me entero son los que llegan desde la fábrica de química Solvay y trasportan líquidos; en uno calientes y por esos muchos gatos se refugian en sus bajos y otra de residuos que dan al mar. No doy crédito, pero no lo dudo al contármelo un lugareño que conoce bien el terreno. Es más, esta pista por la que ahora trascurre el camino esta a raíz de la construcción de los tubos.
Paso por un polígono industrial y me cruzo con varios caminantes que aprovechan la jornada festiva para hacer un poco de caminata, acompañados por sus mascotas.
El cielo sigue gris pero ha parado de llover y el color vuelve al camino con un par de edificaciones que parasen ser el cuartel de la guardia civil. Me alegra, si es así, que este cuerpo ponga color en sus vidas. Se agradece además este fogonazo de color, por que el paisaje aun siendo verde era muy monocromático y más cuando deje la montaña de grijo que proviene también de la fábrica de Solvay. Me ha dejado impresionado esta fabrica…aquí la tengo ante mis ojos, con un montón de casas que parecen ser las de los propios operarios y unas escuelas que tienen pinta de ser para los hijos de quienes trabajan y mas allá otra escuela de formación que intuyo será para los que quieran incorporarse a Solvay.
Con el impacto de Solvay sigo caminando.
Parece ser que este buen hombre…el señor Solvay que de nombre no recuerdo era un químico belga que desde su país natal, espacio su conocimientos sobre como son seguir sosa caustica y así dispuso fabricar por todos los continentes del mundo.
Así en las proximidades de Torrelavega lleva muchos años fabricando Sosa Caustica y grijo, según me cuento otro lugareño al que pregunto por cotejar más opiniones.
Entro en Viveda por un puente y sin dejarme la lluvia que sosa y torpona cae por mi unosetenteydos . Giro a la izquierda y me adentro por caminos interiores que producen otro viaje introspectivo no solo por las profundidades de Cantabria, sino por las propias mías y me encuentro a mí mismo, sonriente, contento y feliz por el trayecto realizado, por los pasos andados no solo con los pies, sino con mi cabeza, pensamientos y lo que es más importante el viaje de mi corazón que late y siente con más fuerza. Doy las gracias a no sé quien, por haber comenzado este viaje que me lleva más allá de los limites y lugares que marca el mapa.
Jodido pero contento que se dice, paso por la Posada de las Tres Mentiras y me pregunto si mis mentiras habrán hecho mucho daño. Y me pregunto si habré mentido mucho… después de un rato y con muchas respuestas, llego a la conclusión que pocas veces me he mentido a mí mismo y en este acto de sinceridad, seguía encontrándome a gusto, con el camino y conmigo pese a las ampollas que me recordaban que al final de mi extremidad estaba mi pie quejoso.
Un perro ladra y el macho que le acompaña asiente, metros delante la Pensión de Lydia, para ver de frente un poblado lleno de casas pintadas de verde y color piedra. Me recuerdan a ese pueblo que por Andalucía han decidido ser pitufolnadia y pintar todas sus casas de azul. Es bonito…y mas con una gran manada de gaviotas que revolotean, anunciándome que pronto esta Santillana de Mar.
El visionar la meta, me hace sonreír y ponerme más contento de lo que estaba…. Estoy llegando a Santillana.
La belleza de esta localidad de sobra es conocida y como el Albergue no se abre hasta las cuatro de la tarde paseo con mis ampollas por estas calles empedradas que por si se me había olvidado me recuerda que tengo DOS grandes ampollas… Hago tiempo y tras varias vueltas por este pueblo plagado de turistas, contemplo la estupenda colegiata, el diverso comercio que con las cosas más variadas llama mi atención como estos azulejos con leyendas de los más curiosas y típicas como esta…..”En esta casa se invita a comer dos veces por semana, una fue ayer y otra ser mañana”. Me pues en un restaurante que me ha llamado la intención, el Onjancano y con un arroz con setas y gambas, doy paso a un bacalao con tomate y doy fe de la buena cocina que aquí se hace. Todo muy rico…Para rematar un flan de queso que aunque pobre en su presentación tiene un sabor delicioso. Buen sitio este Onjacano de Santillana. De precio también bien…doce euros.
Trascurrido el tiempo me acerco hasta el albergue Jesús Otero, donde Rubén un policía municipal hace las veces de hospitalero, me cobra los seis euros de rigor y me deja al frente del sitio. Un lugar limpio, muy bien situado, con dos zonas de camas y capacidad para 16 personas…muy bien.
Echo una siesta de casi dos horas y tras la ducha prosigo el paseo con mis dos súper ampollas por las calles empedradas de Santillana del Mar.
Encuentro un curioso local para tomar u chocolate con churros y hacer desde allí mi intervención de los martes en El Color de la Tarde con María José Bosch de Radio Inter. Disfruto cada cucharada de un chocolate bien puesto que no peca de denso ni lo contrario.
Leo un rato para hacer tiempo y tras los deberes hechos, me doy cuenta que lo que me sobra estos días….es TIEMPO. Porque…podemos ganar más dinero, pero no podemos ganar más tiempo. Ahora dejo que pase despacio y sin prisas, camino a su lado, sintiendo el pendular de los minutos. ¡Que gozada!
Me he fijado que en el Parador ofrecen un menú por 20€ y aunque tengo asignados 35€ por día, creo que me saltare el límite para disfrutar de la comida del Parador de Santillana.
Son las nueve de la noche y ante un lujoso comedor entro con mi pantalón de caminar y mi forro polar. No me miran bien, pero el comedor esta casi vacío, solo una pareja que hace arrumacos ocupa una de las mesas.
Me decanto por el menú de otoño que con un aperitivo, una brocheta de quesos, una crema de calabaza y un conejo guisado me dejan más que satisfecho. El servicio, es correctísimo y llama mi atención las maneras y formas de Carmelo, el encargado del comedor, al que entro haciendo alusión a su gran anillo que muestra en su mano.- Muy bonito el anillo… a lo que rápido como un Colt, dispara la respuesta de manera amanerada.- Se lo conceden a las personas que llevamos más de treinta años trabajando en Paradores.
-Enhorabuena Carmelo. ( Pone su nombre en la placa de la chaqueta )
-En realidad llevo cuarenta años aquí, bueno aquí no, porque yo soy de Cádiz y como el Parador de Cádiz está en obras, me ha traído hasta aquí.
-Oiga, Carmelo usted conocerá muchos paradores…¿Cuál me recomienda?
-Sin duda el de Cádiz y ahora que lo están poniendo bonito, mas.
Y así me despido de Carmelo y del Parador, con una recomendación y un buen sabor de boca. Me voy a la cama que mañana, me espera otra bonita etapa….¿me acompañaras?
jabier@lavisita.com
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